El joven jugador búlgaro del RCTB, Grigor Dimitrov, se adjudicó el domingo 2 de marzo el Abierto Mexicano Telcel al imponerse en la final al sudafricano Kevin Anderson en un duro partido a tres sets, por 7-6(1) 3-6 7-6(5). Dimitrov, que a sus 22 años se encuentra en un prometedor 16º puesto del ranking ATP, partió en México como cuarto cabeza de serie y supo sacar adelante todas las situaciones complicadas que se le presentaron.
En efecto, porque tras superar las dos primeras rondas sin grandes apuros ante el australiano de origen bosnio Marinko Matosevic (7-5 6-1) y el chipriota Marcos Baghdatis (6-1 6-4), sus tres últimos compromisos fueron partidos muy duros, tanto a nivel físico como a nivel mental. De este modo, el 4-6 7-6(2) 7-5 ante el letón Ernests Gulbis en cuartos, el 4-6 7-6(5) 7-6(3) ante Andy Murray, segundo cabeza de serie, en semis, y el 7-6(1) 3-6 7-6(5) con que se impuso a Anderson en la final son resultados muy apretados que denotan una considerable madurez psicológica. Justo lo que, hasta hace poco, era precisamente su gran déficit.
Bautizado en el circuito como ‘Baby Federer’ por su asombroso parecido técnico con el suizo, sus golpes virtuosos no ofrecen ningún tipo de dudas. Pero desde que hace un par de temporadas empezara a acaparar la atención mediática, su talento innato se ha visto demasiado veces traicionado por una cabeza frágil e inconsistente. Así, este título, el segundo en su carrera tras el ganado el pasado otoño en la pista rápida cubierta de Estocolmo, puede marcar un punto de inflexión en un jugador sometido a la presión de confirmar las altísimas expectativas que ha despertado su tenis de altura.
Todo depende ahora de que el jugador del RCTB se asiente a nivel mental. Y por lo visto la semana anterior, con hasta cinco ‘tie-breaks’ ganados por ninguno perdido en tres partidos consecutivos ante rivales del nivel de Gulbis, Anderson y sobre todo Murray, se encuentra en el buen camino.
