
El número 8 se convirtió en el mejor aliado de Rafa Nadal en Montecarlo. Después de siete finales perdidas consecutivas ante Novak Djokovic desde marzo de 2011, tres de ellas tan importantes como Wimbledon, Open USA y el reciente Open de Australia, a la octava fue la vencida y consiguió su ¡octavo! título consecutivo en Mónaco. Octavo, sí, octavo: todos desde 2005, el año de su eclosión. El contundente 6-3 6-1, además, abre una brecha de esperanza a favor de Nadal, que recupera la sensación, tan sólo extraviada en 2011, de sentirse el más fuerte en su superficie fetiche, la tierra batida.
Con esta victoria Nadal se desmarca por delante de Federer como el tenista con más títulos Master 1000 en la historia, 20. Y, además, rompe la amarga sequía que arrastraba desde junio, cuando ganó en Roland Garros su último torneo. La llegada de la temporada de tierra es una bendición para Rafa, que sustenta su autoestima a partir de su dominio en esta superficie. Ocho títulos consecutivos en Montecarlo es algo que, por supuesto, nadie había conseguido jamás y escapa a todos los límites de la lógica.
La final fue un punto y seguido en la impecable trayectoria de Nadal en Montecarlo. Si durante toda la semana no había cedido un solo set, arrancó con esas mismas constantes vitales y desarticuló las embestidas del número uno a base de agresividad en todos sus tiros. Ya con el primer parcial a favor, las ansias de venganza del manacorí, con esas siete derrotas seguidas enquistadas aún en la memoria, se desataron. Su derecha empezó a mandar con mayor autoridad y el revés volvió a ser el de sus mejores tardes. A todo ello, el serbio acabó acusando mentalmente una semana difícil para los suyos, tras la muerte el jueves de su abuelo.
´Es muy importante haber roto esta situación…´, comentó luego Rafa en alusión a esta primera victoria sobre Nole tras siete tropiezos en sendas finales, ´…y también el hecho de volver a ganar un torneo, este Master 1000 de Montecarlo que es, sin duda, uno de mis favoritos. Todo ha salido perfecto hoy´. Con estas palabras rubricaba Nadal un día que marca un punto de inflexión en su carrera y que le va a permitir, seguro, encarar este 2012 desde otra perspectiva. De momento, le esperamos desde hoy lunes en el RCTB para ver si es capaz de adjudicarse el que sería su séptimo Trofeo Conde de Godó
¡Felicidades Rafa!